martes, 9 de febrero de 2016

Nuestro destino

A menudo, las personas hacemos atribuciones sobre aquello que nos ocurre.
Sin embargo, en nuestro ejemplo cotidiano podemos observar seres humanos que sufren problemas continuos que no cesan, aún así, siguen sonriendo como si nada pasara, disfrutan de su vida y de la gente que los rodea. En cambio, otros se empeñan en hacer de sus problemas el foco de su vida.
¿Que diferencia unos de otros?
Algunos expertos dicen que esta actitud existe de forma innata y forma parte de nuestro carácter. En cambio, otros afirman que hemos aprendido a vivir así.
Sea como sea, la gran mayoría de nosotros alguna vez hemos experimentado ese sentimiento de tristeza que invade cuando sentimos que no somos como los demás o carecemos de ciertas habilidades que nos alejan de nuestros objetivos.
Creemos que hacemos algo mal, o que somos incapaces de hacer algo bien. Que nuestra suerte no es buena, que así nacimos, así nos enseñaron, etc. Nos vemos diferentes.
Y, esta diferencia nos distancia de aquello que creemos que nos hará feliz. De lo que a veces  no somos conscientes es de que somos dueños de nuestro propio destino. Solo nosotros mismos tenemos el poder de ser y de cambiar aquello que no queremos llegar a ser o luchar por aquello que queremos ser. 
De nada sirve lamentarse y atribuir todo aquello que nos pasa a causas externas. En el momento que empezamos a atribuir nuestra suerte a hechos internos y controlables, empezamos a vivir la vida que deseamos, hacemos todo lo posible para cambiar aquello que no nos gusta y participamos activamente en el camino que toma nuestro propio destino. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario